La Liga de las Velas, en estos dias, es lo opuesto. En el Pacifico, el equipo perdio, el entrenador renuncio por vergüenza y incompetencia. En Giai Lai, el equipo perdio, el lider reacciono con vehemencia, incluso se dice que entro en la sala de los arbitros para lanzar criticas duras.
La emocion es una parte importante, incluso indispensable, del futbol. Los aficionados pueden llorar cuando el equipo de casa cae, romperse cuando se marca el ultimo minuto. El entrenador, el jugador, el lider del club tiene derecho a amar, odiar, ser feliz o decepcionado. Pero el futbol no es solo emocional, tambien es racional, especialmente cuando los resultados no son los esperados. Asi que aqui, el futbol necesita espiritu.
En la V.League, despues de cada derrota de un equipo, lo que a menudo se ve es la reaccion de la cabaña de entrenamiento, de las gradas, incluso del lider del club. Los sugerencias del arbitro, las declaraciones niegan los esfuerzos del oponente, incluso presionando actos que exceden el limite, todo como un reflejo condicional: perder es reaccionar y en voz alta.
En el pasado, hablar en voz alta podia obtener empatia, pero ahora, el acto de hablar en voz baja puede tener un efecto contrario, la reaccion negativa es como una espina afilada que se clava en ellos mismos. Los jugadores se ven afectados, tanto en el terreno como en sus reacciones. El publico se aburre porque el futbol esta cubierto de rabia. Y el futbol vietnamita sigue estando atrapado en un proceso: Acusacion - Culpa - Reaccion - Perdida de confianza.
Uno puede cuestionar a los arbitros, puede cuestionar la gestion del torneo, pero no se puede culpar a todos los fracasos por unas pocas decisiones. Tras una derrota, puede haber una tactica incorrecta, un desempeño deficiente o simplemente un rival que juega mejor. Asi que antes de exigir la perfeccion del arbitro, del equipo organizador, tal vez los equipos necesitan aprender a enfrentarse al fracaso. No me he perdido. El niño crece. Aun conservo la amabilidad...