La educacion moderna se enfrenta a una gran pregunta: ¿Estamos enseñando a los niños para que sean iguales, o ayudando a cada niño a ser el mismo? La respuesta no esta en el plan de estudios o la escala de calificaciones, sino en la forma en que los adultos ven a los niños que "no son perfectos".
La historia de Mick Fleetwood, el legendario baterista de la banda Fleetwood Mac (Inglaterra), es una prueba. En su infancia, Mick era muy malo en los estudios: matematicas confusas, letras confusas, examenes continuos sin exito a pesar de estudiar en buenas escuelas de Inglaterra. A los ojos de la escuela, era un estudiante debil. Pero sus padres no compartian las notas con la inteligencia. retrocedieron para observar y se dieron cuenta de que el niño tenia una pasion intensa por el ritmo.
Cuando dejan que sus hijos no vayan a la escuela para dedicarse a la musica, no se rinden, sino que le dan fe. Desde el garaje de automoviles hasta los grandes escenarios, Mick crecio fuera del marco de la escuela y se convirtio en uno de los mejores bateristas de todos los tiempos. Ese exito comenzo con una decision sencilla: respetar la diferencia de sus hijos.
Michael Phelps (EE. UU.), una leyenda olimpica con 28 medallas, tomo un camino diferente. Su infancia estuvo ligada a una familia rota y al sindrome de hiperactividad y deficit de atencion (SIDA). Para muchas personas, era un "problema". Pero para su madre, una educadora, era solo una señal de que su hijo necesitaba ser enseñado a su manera.
Ella no obliga a su hijo a amar los libros, sino que pone el deporte en la pagina de lectura; no regaña cuando su hijo pierde el control, sino que le enseña a mantener la calma con señales amorosas. En la piscina, no solo entrena la tecnica, sino que tambien entrena el caracter: aceptar la derrota, comprender el valor del esfuerzo mas que la victoria. Michael Phelps no solo nado mas rapido que otros, sino que crecio con una base psicologica solida, lo que le dejo ir lejos y caminar con fuerza.
Si las dos historias anteriores provienen del mundo, entonces el viaje de Gia Huy, un niño autista en la provincia de Lam Dong, Vietnam, hace que los lectores se queden en silencio por su autenticidad. A los 2 años, se diagnostico que Huy podria nunca saber leer ni escribir. Hacer trampa, autolesionarse, ser rechazado por la escuela, su infancia fue una serie de dias de agotamiento de sus padres. Pero esa familia no abandono a su hijo. Eligieron quedarse, estudiar con su hijo, entrar pacientemente en el mundo de su hijo.
No hay milagro aqui. Solo 17 años de paciencia, perseverancia, sin rendirse. Gia Huy hoy es un buen estudiante, gano un alto premio en Informatica, sabe amar, sabe ser autoestimado y le dice con voz firme al mundo: "El autismo no es una enfermedad, no nos discriminas". Ese es el mayor exito de la educacion: ayudar a una persona a vivir decentemente consigo misma.
Tres historias, tres destinos, pero un punto en comun: Cuando los adultos se atreven a abandonar los prejuicios, los niños tienen la oportunidad de crecer. Respetar la diferencia no es reducir las expectativas, sino poner las expectativas en el lugar correcto. No obligar a los niños a parecerse a otros, sino ayudar a los niños a convertirse en la mejor version de si mismos.
La educacion, despues de todo, no es una carrera para elegir al mejor, sino un viaje humanitario para no dejar a nadie atras. Cada niño tiene su propia temporada de floracion. Y la responsabilidad de los adultos no es presionar, sino tener suficiente amor y paciencia para esperar.